Modo de empleo: Leer con atención, los símiles y comparaciones no tratan de establecer equivalencias reales, sino buscar la relación filosófica en el viejo libro de variadas recetas que la historia se encarga de ir guardando.
Hay muchas similitudes en todas las recetas de cocina que nos enseñan cómo cocinar un buen guiso nacionalista. Da igual la bandera o el himno, si estamos al norte o el sur del barrio de embajadores, o si el clima es frio o templado, siempre la construcción del plato se parece extrañamente en todos los casos.
Jamás, debe iniciarse esta receta, en un momento de optimismo generalizado, buena marcha económica y sobre todo cuando existan acontecimientos que desvíen la atención y más si son festivos. Nuestra receta apela a las tripas no al hambre, queremos provocar los resentimientos del comensal, buscamos sus miedos, sus temores, su incertidumbre que ya dura y ahí aparece nuestro invento para saciar los temores que se colectivizan y llenarlos de ilusión y esperanza.
Lo cierto es que en o con nuestro guiso pasan cositas, hay mentiras que parecen verdad. Que el pulpo no es gallego, y que el buey es vaca vieja, tampoco decimos nada de la posibilidad de indigestión y de reflujos molestos, por no hablar de los gases traidores, no. Porque la ilusión también tiene su peaje (de pago).
Y porque tapar las vergüenzas propias merece la pena.
En primer lugar, hay que identificar de manera fácil nuestro ingrediente indispensable, y básico; un ENEMIGO/CULPABLE. Eso sí, facilito, asequible, que a ser posible tenga por un lado poco o nulo poder de réplica, ejemplos históricos hay cientos (desde los judíos, estos pobres han estado en casi todas las quinielas, últimamente los emigrantes) o porque sepamos que no va a mover ni pata ni oreja (el tratado de Versalles, el vecino pobre del sur o sin ir más lejos; un monolito en la Moncloa).
Con el enemigo señalado, picar muy fino y machaconamente, sin mucho miramiento y poco detalle, rechazar ingredientes terribles para nuestro plato, sobre todo el realismo o la autocrítica, son ingredientes nefastos que nos restaran sabor. No importa que el seny se nos pase de fecha en la nevera. Ante cualquier duda atiborrémonos ansiosamente de la verdad en nuestro TV Canal Cocina más cercano.
El Guiso es plato único, como las lentejas o te gusta o te alejas. 100% autóctono, lo presentaremos como "de gratis" o baracalofi. ¿Quien alentara la llama tan necesaria en el fogón? Nuestro puchero necesita un calor emocionado y constante, y ese chup, chup será mantenido a cargo del presupuesto de nuestras asociaciones culturales y asambleístas, bien engrasadas con dinero público y con el soporte mediático de nuestros medios de comunicación.
Marchemos con nuestros más convencidos vecinos uniformados llenos de alegría y buen humor con camisetas de colorines que estimulen nuestros jugos drásticos y todos en masa madre para reivindicar lo que proceda o no. Cantando aquello de "la calle es nuestra" como Fraga en los años 70. Enternecedor.
Eso sí, prestando atención no se nos vaya la mano de sal y pimienta, en esas demostraciones vistosas de colorido multitudinario, nada de la salsa militarista tipo Nuremberg-1938. La receta necesita toneladas de cebolla/bandera patriótica y no menos perejil/himno de la terra .
¡Cebolla y perejil hasta en la sopa! , aprendamos del show patriótico de nuestro Donald.
Prometámoslo todo hasta lo que creamos saber. Habrá cola para probar nuestro guiso/pócima, con la guita que nos hemos gastado por el planeta seguro que la Michelin está al caer, y acabaremos con la histórica opresión, por fin ya solo nos oprimirá, el cinturón en la sobremesa de la libertad.
Hasta aquí la receta.
Luego vino esto y aquello.
Uno de nuestros Chef´s entró en pánico y huyó. Sigue en su atalaya mental en W.H (*). Mientras sus pinches han ido dejando un inequívoco rastro de olor a letrina y miedo y el personal más desorientado que un payes en Groenlandia. De la Michelin ni reconocimiento ni estrellas.
El otro gran Chef, sigue enredando en su caserón de W.H.(**), sin pagano mexicano para su muro, de peleíllas con un gordito koreano que se descojona de él y además; con su Melany que cuando el guion exige un beso en la mejilla le deja un rastro de fría escarcha en el fofo moflete del tal Donald.
(*)W.H. = Waterloo House
(**)W.H.= White House
Hay muchas similitudes en todas las recetas de cocina que nos enseñan cómo cocinar un buen guiso nacionalista. Da igual la bandera o el himno, si estamos al norte o el sur del barrio de embajadores, o si el clima es frio o templado, siempre la construcción del plato se parece extrañamente en todos los casos.
Jamás, debe iniciarse esta receta, en un momento de optimismo generalizado, buena marcha económica y sobre todo cuando existan acontecimientos que desvíen la atención y más si son festivos. Nuestra receta apela a las tripas no al hambre, queremos provocar los resentimientos del comensal, buscamos sus miedos, sus temores, su incertidumbre que ya dura y ahí aparece nuestro invento para saciar los temores que se colectivizan y llenarlos de ilusión y esperanza.
Lo cierto es que en o con nuestro guiso pasan cositas, hay mentiras que parecen verdad. Que el pulpo no es gallego, y que el buey es vaca vieja, tampoco decimos nada de la posibilidad de indigestión y de reflujos molestos, por no hablar de los gases traidores, no. Porque la ilusión también tiene su peaje (de pago).
Y porque tapar las vergüenzas propias merece la pena.
En primer lugar, hay que identificar de manera fácil nuestro ingrediente indispensable, y básico; un ENEMIGO/CULPABLE. Eso sí, facilito, asequible, que a ser posible tenga por un lado poco o nulo poder de réplica, ejemplos históricos hay cientos (desde los judíos, estos pobres han estado en casi todas las quinielas, últimamente los emigrantes) o porque sepamos que no va a mover ni pata ni oreja (el tratado de Versalles, el vecino pobre del sur o sin ir más lejos; un monolito en la Moncloa).
Con el enemigo señalado, picar muy fino y machaconamente, sin mucho miramiento y poco detalle, rechazar ingredientes terribles para nuestro plato, sobre todo el realismo o la autocrítica, son ingredientes nefastos que nos restaran sabor. No importa que el seny se nos pase de fecha en la nevera. Ante cualquier duda atiborrémonos ansiosamente de la verdad en nuestro TV Canal Cocina más cercano.
El Guiso es plato único, como las lentejas o te gusta o te alejas. 100% autóctono, lo presentaremos como "de gratis" o baracalofi. ¿Quien alentara la llama tan necesaria en el fogón? Nuestro puchero necesita un calor emocionado y constante, y ese chup, chup será mantenido a cargo del presupuesto de nuestras asociaciones culturales y asambleístas, bien engrasadas con dinero público y con el soporte mediático de nuestros medios de comunicación.
Marchemos con nuestros más convencidos vecinos uniformados llenos de alegría y buen humor con camisetas de colorines que estimulen nuestros jugos drásticos y todos en masa madre para reivindicar lo que proceda o no. Cantando aquello de "la calle es nuestra" como Fraga en los años 70. Enternecedor.
Eso sí, prestando atención no se nos vaya la mano de sal y pimienta, en esas demostraciones vistosas de colorido multitudinario, nada de la salsa militarista tipo Nuremberg-1938. La receta necesita toneladas de cebolla/bandera patriótica y no menos perejil/himno de la terra .
¡Cebolla y perejil hasta en la sopa! , aprendamos del show patriótico de nuestro Donald.
Prometámoslo todo hasta lo que creamos saber. Habrá cola para probar nuestro guiso/pócima, con la guita que nos hemos gastado por el planeta seguro que la Michelin está al caer, y acabaremos con la histórica opresión, por fin ya solo nos oprimirá, el cinturón en la sobremesa de la libertad.
Hasta aquí la receta.
Luego vino esto y aquello.
Uno de nuestros Chef´s entró en pánico y huyó. Sigue en su atalaya mental en W.H (*). Mientras sus pinches han ido dejando un inequívoco rastro de olor a letrina y miedo y el personal más desorientado que un payes en Groenlandia. De la Michelin ni reconocimiento ni estrellas.
El otro gran Chef, sigue enredando en su caserón de W.H.(**), sin pagano mexicano para su muro, de peleíllas con un gordito koreano que se descojona de él y además; con su Melany que cuando el guion exige un beso en la mejilla le deja un rastro de fría escarcha en el fofo moflete del tal Donald.
(*)W.H. = Waterloo House
(**)W.H.= White House
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