Ando preocupado, no lo niego.
Inerte, frío, con un pasmo del demonio, así me quedo cuando cada noche entro en el portal taurino y veo los resúmenes de lo más vistoso y triunfal toreado por el mundo. Iré más lejos aún, casi siempre me aburren los toreros tan parejos, con posturas fotocopiadas y aflamencadas y en otros, me da mucha pena esos toros tan bien hechos y “entipados”, templaditos desde la finca, de bravura plana, que transmiten una sensación de actores de reparto que declaman su papel como papagayos sin gracia alguna.
El toreo actual, sigue demandando un carné con todos los puntos del valor intactos, que nadie lo dude, pero con este toro “prêt-á-porter”, se basa únicamente en la muleta donde abundan los reiterativos pases de remate que en ocasione superan a los muletazos clásicos con un concepto más propio del “más difícil todavía” que del toreo con aroma eterno. En ocasiones es tal la superioridad del torero sobre la presunta fiera, que se transmite un desequilibrio en el espectáculo que puede alejarnos de la emoción y llevarnos a terrenos donde parece lo que no es. El miedo que transmitía la fiera, siempre fue un magnifico justificante para el derramamiento de sangre, el miedo imponía un respeto, que ahora en tiempos más decantados al susto ocasional, lo hacen más vulnerable y discutible
Los toros y los balcones han resurgido como estandartes de esta nueva ola nacionalista que pretende reavivar los orgullos más facilones y menos útiles para la cesta de la compra, la pensión y el curro. Mientras los tendidos se tiñen de canas, muy poco público nobel de refresco, casi todos ellos en “Modo Froilán”, dan un relevo de mucho postureo y poca gloria, lo que a priori limita el recorrido en el tiempo del espectáculo.
¿Donde queda el futuro? Ojalá lo supiera, me temo que nos encontramos ante una ecuación con varias incógnitas, saber despejarlas y encontrar un resultado que encuentre acomodo en un público con años por delante es de una dificultad verdaderamente notable.
P.D. Acabo de ver un amplio resumen de una faena de Roca Rey en las fallas de Valencia. Con un toro (Nuñez del Cuvillo, precioso de hechuras) que era una máquina de embestir, con una fijeza y nobleza sublimes. Todos los críticos taurinos hablan de un “faenón”. El torero ha estado valentísimo y variado, solo eso. El toro ha estado por encima del torero, quien se ha enterado del pitón izquierdo al final de la faena y los muletazos, sobre todo con la derecha, iban siempre marcando las “afueras” muchas veces sorprendido por el toro, con muchos toques y abusando del pico, sin rebozarse en lo fundamental. El público solo estallaba en los remates de las series (multiremates), algo que ya comentaba en párrafos anteriores, es decir, el toreo fundamental queda supeditado al show final. La estocada final perfecta, de oreja.
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