El nombramiento como President de la Generalitat, de una persona que piensa “esas cosas” y las escribe sin el más mínimo pudor, es el síntoma de algo que se venía venir desde hace tiempo, la exitosa inoculación en parte de los políticos y ciudadanos de Cataluña de dos virus peligrosos, la idolatría y el supremacismo
La idolatría, o el culto reverencial a un cargo, porque no hay liderazgo real en el caso que nos ocupa, que se da últimamente a quienes ocupan el cargo de President de la Generalitat, llega al delirio más aberrante, cuando alguien supuestamente de izquierdas y con un cargo institucional como President del Parlament, de todo el Parlament, llega a decir “el poder del President no puede verse limitado por ninguna instancia….” . En resumen, es intocable como un dios. Solo Arias Navarro llegó más lejos, cuando además añadió refiriéndose a Franco, que era un regalo de Dios.
Con una creencia tan mesiánica como la anterior, no sorprende, aunque da escalofrío ver como el portavoz de ERC, teóricamente partido democrático y de izquierda le pega un abrazo de época al nuevo President que escribe “esas cosas “que piensa, mientras que la izquierda independentista se arrodilla sumisa antes este esperpento.
Recientemente también ha hecho una valiosa aportación M (punto) Rajoy cuando dice que los certificados de credibilidad y la legitimidad la dan los votos, es decir, el voto purifica y exonera de cualquier otra actuación, por ejemplo, de los tribunales, curiosa manera de entender el estado de derecho.
Que lastima da todo.
Que lastima da todo.
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