Gracias, Marga

septiembre 18, 2018

Arabia Saudí, lleva décadas estando muy presente en nuestras vidas, y no solo por los sonados veraneos reales en la Costa del Sol, con sus lujosos yates en Puerto Banus. Intimísimos de nuestro antiguo rey tan decrépito y de Corinna, claro.

No sería exagerado decir que este país regido con mano firme por una familia desde el siglo XVII, apesta y no solo por el olor de su petróleo, sino por constituirse en un régimen que es una dictadura feudal, asquerosamente machista y con fundadas sospechas de financiar a lo más loco del islam.

A pesar del nauseabundo tufo, somos muy amiguitos del alma y prueba de ello es la relación comercial e industrial tan fluida. Todavía huele a embalaje el AVE recién estrenado que les hemos montado y que librara a esas gentes riquísimas de tanto calor y polvo como genera un desierto.

Desde que andan en guerra con los pobres parias Yemenís, les hemos doblado la exportaciones en armas de todo tipo y explosión, todo pese a que en Yemen de lo que más mueren es de hambre y de miseria.

Cuando estas dentro de los principales países exportadores de armas, ya sabes a lo que juegas

En Albacete siempre supieron que ni todas las navajas/cheiras/facas que vendían eran para enriquecer el ajuar doméstico como utensilio de cocina, ni todos los compradores eran hijos de buena madre y gente de fiar y que llegado el caso podían hacer correr la sangre con alegría y causar más de una desgracia.

Cuando se firmaron los contratos de las corbetas y otros, nadie pidió aclaración sobre si lo que íbamos a construir eran barcos de recreo y entretenimiento u otra cosa. Toda la peña se puso de perfil mirando para Tudela haciendo mutis, excepto el alcalde de Cádiz, el más anticapitalista del mundo y más pacifista del universo, que se alegró porque con esto se podían evitar muchas penurias a miles de familias del golfo, de San Fernando.

En esto llegó Marga, y mando parar. Margarita Robles con su boquita de piñón y mucho idealismo saludable, paró aquello de las bombas de puntería extrema que casi no matan, por si acaso. Hubo aplausos, regocijo y carne de gallina, hasta que ese fenomenal esfuerzo de idealismo pacifista estallo por los aires, al caer alguien en la cuenta que los seis mil kilos de eurazos de los barquitos podían naufragar y tener que volver a fichar el Inem a todo un astillero.

Que lastima, Marga, porque a tu negativa tan de verdad, tan quijotesca le hubiéramos añadido, a modo de guinda, un extraordinario corte de mangas, aun sabiendo que seguro que vendemos más cosas de estas a gentes de mala condición y que otros les hubieran proporcionado encantados las bombas sin dudarlo, eso sí, con menos puntería.

La realidad Marga, es que pasado mañana si se tercia y hay dinero, aunque sea sucio, pero dinero, le podemos construir una centena de tanques, una autopista o un aeropuerto.

Se agradece, recuerdos.