En la frontera, aún no oficial, entre Embajadores y Madrid ha aparecido una pintada; “abrázame hasta que Pablo Casado deje de decir gilipolleces”, la búsqueda del amor eterno no tiene límites.
Dos semanas más de sesiones parlamentarias, y nuestro Pablo C, hubiera acusado al presidente del Gobierno, de realizar conjuros de brujería en la Moncloa o directamente de ser culpable único y universal del efecto invernadero. Todo se le hace poco y tiene tan poco tiempo para tantas cosas que decir, que se nos aturrulla y se imagina y además anticipa lo que cree que pueda suceder; Pedro Sanchez, no solo ya ha pactado los 21 puntos de marras, a pelo y sin relator, más aún, hasta ya tiene la fecha para el referéndum de autodeterminación y atado el resultado. Lo cierto es que cunde la preocupación, por qué entre tanto estrés y con el TomTom del partido hecho polvo de tanto girar a un lado y a otro, nadie sabe cuánto tiempo nos durara su persistente castigo.
Mientras, en el juicio del proces, nos hemos enterado que el viejo adagio juridico “no hay democracia sin el cumplimiento (de todos) de la ley”, era una tontería venida a menos. Según los acusados, en realidad el cumplimiento de la ley es optativo y ponderable, un poco a la carta, excepto para el resto de ciudadanos, que si estamos obligados a cumplirla, sin poder alegar, ni tan siquiera, su desconocimiento.
Pero lo peor de lo peor ocurre al escuchar que todo el monumental fiasco del 1-O, los que sacaron la gente a la calle y los que la zurraron sin ton ni son, resulta que fue para nada y por nada, de mentirijillas, que no valía, iba de tanteo. Sin embargo, el “resultado” del mismo fue la base y coartada para la famosa DUI, que así las cosas, y por decirlo de manera gráfica, tiene el mismo valor que una hucha de hojalata llena de pompas de jabón. Inexorablemente surge sin querer queriendo la consecuente pregunta: ¿si no era vinculante porque no lo pararon ante tanto golpe sin sentido y falsas ilusiones?. Lástima no haber puesto el mismo interés en evitar que hubiera heridos que en contarlos. En esta historia solo ganaron los llamados observadores internacionales que a gastos pagados (Hotel Arts, incluido) se pegaron un viajecito chachi y se fueron a su casa negando con la cabeza todo lo visto. Queda por ver como se pagaron estos superfluos y cuantiosos gastos, advierto de entrada que nunca jamás nos creeremos que fue con dinero del monopoly. Que nos conocemos.
Queriendo entender y no comprendiendo nada, es costoso ver, una vez roto el hielo de las primeras sesiones en el Supremo, porque demonios han estado estas personas más de un año en la cárcel, por qué además de su vergonzoso concepto bananero de la democracia, de los cargos más graves, que han sido la justificación del mantenimiento de la prisión provisional, no news. Y mosquea y mucho, la dubitativa y flojísima intervención de los fiscales que se han debido dejar la contundencia y en algunos casos la precision o para más adelante o se les ha gastado durante el proceso de la instrucción, veremos.
La clase política ibérica, miente tanto que se lo llegan a creer. La única fórmula para rebajar el altísimo índice de mentiras y manipulaciones que la política vierte sobre nuestras vidas, es que no haya otra vía para pervivir en su poder y empeño que el uso del profiláctico consenso o pacto. En este juego del consenso, prima la inteligencia sobre la bravuconería y la sutileza ante la soflama, y de paso se limitará las fake news o serán menos bastorras y evidentes, evitándonos el gasto de grandes dosis de vergüenza ajena al oírles decir esas cosas y con ese convencimiento.
Y así, sin mas; que las mentiras parezcan mentiras.
Joaquin Sabina con su voz escarchada de tantas frías madrugadas, lo demanda en su canción “noches de boda” y añade para que no quepa duda de sus aviesas intenciones, “que las verdades no tengan complejos”, enorme osadía, habitando donde habita.
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