Leyendo algunos artículos que Pilar Rahola publica en “la Vanguardia”, habrá que dar razón al extendido rumor que en realidad el “negro” que se los escribe es uno de los guionistas más alocados y fumados de la serie “la que se avecina”.
La Rahola goza en apariencia de un magnifico estado de salud, y pese a ello publicaba días atrás: “Despreciar, arrancar y prohibir lazos amarillos es un acto agresivo, perpetrado por partidos que han hecho de la agresividad verbal todo un manual de hacer política”.
Al margen de la falsedad evidente y de utilizar la palabra “perpetrar”, tan devastadora ella, quien prohíbe el merchandising independentista no es ningún partido, es la Junta Electoral quien años atrás tambien mando retirar las pancartas del "No a la guerra", todo por la odiosa manía de hacer cumplir la ley. Cabe interpretar de su taimado texto que llenar los edificios públicos con la simbología de solo unas ideas determinadas debe ser un acto de conciliación, amor e invitación a la concordia.
La historia se empeña con una terquedad impropia que la utilización de la simbología y más si es en exceso, no siempre ha sido fuente de paz y prosperidad para la humanidad, se aconseja recuperar el libro de historia del cole.
“Al final han ido a la cacería de la presidencia, en el intento de que el president se convirtiera en un censor de la libertad de expresión y, así, se minara todavía más la presidencia”.
Efectivamente Torra, entre sus incontables cualidades y habilidades, por eso es President, está la defensa a ultranza de la libertad de expresión, prueba de ello es que ha puesto las instituciones y edificios al servicio de la palabra y la expresión de mucha gente, facilitándoles gratuitamente el espacio y los medios necesarios. Mas compromiso con la libertad de expresión ese colectivo no cabe, esa es la verdad.
Ahora ha adornado el Palau con otra pancarta maravillosa, reclamando al pérfido mundo que le rodea, la libertad de expresión y opinión. Puede, y solo es una suposición, que eso sea un efecto secundario por la brutal represión que soñó sufrir la misma noche de su triunfal marcha entre atocha y la plaza de Cibeles. Lo cierto es que lamentablemente el opresor estado español y su famélica democracia sin el más mínimo afán represivo le permitió decir y expresar lo que le dio la gana, sin que nadie, nadie, nadie, le dijera ni una mala palabra. Y lo que es mucho peor, ni le metieron en la cárcel, como otro preso político más.
“Afortunadamente, Torra se ha mantenido fiel a la dignidad de su cargo, y si saca los lazos, será por indicación de una institución catalana y no por imposición española. Pero todo sigue siendo un despropósito, el despropósito de una política española que ha perdido la brújula de la democracia”.
Cataluña gracias a Torra y a toda la troupe, crece sin parar en dignidad institucional, con un Parlament dinámico, activo y debatiendo los problemas ciudadanos, la económica al alza, la inversión disparada, y las listas de espera en pleno desplome. Todo el mundo lo sabe y lo entiende, menos Urkullo que además de su pésimo testimonio en el juicio no ha querido presentarse a las elecciones europeas con los chicos de Torra. ¡Botifler!.
Se impone, lo digo como idea, hacer caso a Gabriel Rufián, quien con su impar intelecto vaticinó, en diciembre de 2015, “no hay plan B, 18 meses en el congreso, ni uno más”, aunque con cierto retraso y con la república en babia, sería un buen comienzo no participar en el legislativo, para dejar de ser independentistas de cartón piedra y dar paso a la independencia con todas sus consecuencias, sin participar ni cobrar del estado que tanto agobia y ya de paso, echarle valor e imaginación y utilizando la tan util red de embajadas buscar la financiación necesaria de esos mercados que ahora solo prestan si hay aval y garantía del maldito estado borbónico represivo.
¡Animo!
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