Los moderadores se moderaron tanto a si mismos, que el debate fue más un debacle en forma de gallinero sin pienso ni pensamientos, con ruido y mucho jaleo, en suma, una parodia insufrible, cuyos desperdicios van abonar directamente la excusa del abstencionista comodón e irreverente.
La debacle no valió para nada, porque se permite el cacaraqueo, la chulería y la mala educación y facilita esquivar cualquier atisbo de propuesta justificada y razonada, más allá de las promesas de lo bueno, bonito y barato, que recuerdan al más charlatán vendedor de la feria, dicho sea con todos los respetos por los feriantes.
Pedro Sánchez, tiene la misma seguridad y habilidad en un debate que un pulpo en un garaje, ni esta ni se le espera, muy lejos del nivel deseable a un presidente del gobierno, que puede tener otras virtudes tan necesarias o más que estas. Viéndole se entiende perfectamente su deseo que apareciera el macho alfa de la derecha, para liarla parda, y taparse él y sus poquísimas ganas de participar en este evento.
La derecha se destrozó a sí misma, sin que nadie se lo impidiera y dándole a Sánchez muchos minutos de oxígeno y paz. Si estos dos consiguen conformar un gobierno de coalición, habrá barro y ring en los consejos de ministros, ojo al dato, y faltaba el más chulo de la verbena que ayer estaba ausente, aunque su presencia se ha dejado notar como en toda la campaña. Rivera ayer, además de faltón y de odioso, tuvo una actuación más propia de junta de comunidad de vecinos regañada, modelo años 60 y un estado de nervios excesivo que seguro habrá dado que pensar, y mucho, a familia y amigos.
Las formas y el sentido didáctico al explicar sus propuestas, al margen de la calificación que estas merezcan, de Pablo Iglesias, permitieron que todos sentiríamos el alivio y cierta paz monacal en cada una de sus intervenciones. Además de echar una mano a los desbordados moderadores, llamando la atención a los inútiles bombazos que con la soberbia y la histeria estaban arruinándonos la noche. Irreconocible, para bien, este Pablo Iglesias respecto al desaforado acusador de la “cal viva”, la paternidad y el perfumado aire de Galapagar le han asentado para el futuro.
Parece ciencia ficción pensar que con estos mimbres se puede confeccionar el cesto de la reconstrucción del estado, el pacto educativo, sanitario, de pensiones, y la imprescindible modernización de la economía, y eso era lo que debería haber quedado despejado en estas lamentables trifulcas.
Lástima que la abstención no solucione nada, otra opción sería si los comentaristas políticos y la prensa en general, dejaran de jugar a ser como ellos, quizás podrían recodarles que esto es lo verdaderamente importante y no sus egos, banderas ni disputas.
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