Aunque pueda parecer que la corriente de ira y fanatismo que ha arrasado con el mobiliario urbano y la paz, es lo peor que ha ocurrido en esta semana tan inútil como dañina, hay situaciones que aunque no lo parezcan son más alarmantes al mostrar una actitud pre-democrática muy lejos de cualquier atisbo del esencial respeto a la libertad del otro pieza básica del sentir demócrata y pacifista.
Nada ha sido más relevante y desolador que las imágenes de la periodista de TV que en una concentración denominada pacífica, es bombardeada por papel higiénico, botes, bolas de papel, etc. y la multitud no solo no recrimina a quienes intentan interrumpir y coartar su labor periodística, elemento esencial en democracia, si no que rompe en un clamoroso aplauso cuando la informadora, no puede más, y se baja del andamio, dejándose atrás la libertad de expresión y mostrando la verdadera cara de un movimiento que aplaude y vitorea lo contrario que reclama y grita.
En la otra acera, aquellos políticos que se pavonean de ser la esencia de la democracia constitucionalista, con su mediocridad y miopía, solo anhelan más dureza e intransigencia inquisidora, obviando el más mínimo atisbo de calma y sosiego, y cerrando el paso a la palabra y la imaginación.
El futuro demanda dialogo, vendas, tiempo y menos mentiras.
Lo demás es alargar el daño inútil.
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