El mismo Aznar que intentó establecer el dialogo con ETA (movimiento de liberación vasco, así lo denominó él en su momento), calificó, sin despeinarse si quiera, la mesa de negociación abierta sobre Cataluña, como “elemento devastador”, andaba torpe y no le salió nada mas exagerado y ahí se quedó. Ni se le pasó por la cabeza ofrecernos con su sabiduría, sagacidad y ponderación habituales, cual seria la alternativa a esa horrible mesa de negociación, que no sea el 155, que esa ya nos la sabemos todos.
Por su parte Felipe González, tiró mas de creatividad, dejando la testosterona a un lado, y definió la cosa como una “performance”, palabro muy de moda, pero se nos quedo parado ahí mismo, ni tan siquiera apuntó con su proverbial oratoria nada interesante que nos fuera de utilidad.
Al poco tiempo el apóstol Puigdemont se apareció en Perpiñán, a sus mas devotos patriotas/fieles entregados a su causa (literalmente es así, su causa) y demostró una vez mas su honesta consistencia política, desdiciéndose de las miles de veces que ha empleado la palabra dialogo y las que reprochó, en alguna ocasión con razón, al odiado Estado, su negativa a hablar, a sentarse. Rechazando por activa y por pasiva también la dichosa mesa y apostando por el sacrificio final, que todos sabemos que a lo que se refiere el gran líder, es al que deberían someterse a pecho descubierto sus fieles/feligreses que allí le adoraban, el no, claro.
Todo el mundo opina, da su discurso y se va.
Es posible que no sirva para nada, pero ¿hay alguna otra alternativa?
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