Mucho antes del inicio de la crisis del 2008, hubo una persona, José Luis Sampedro, economista y escritor, que hizo una serie de advertencias y comentarios a los que nadie hizo caso y algunos, como yo, pensamos que entraba en una fase de delirium tremens, pero vaya si acertó, casi le salió un pleno.
Durante y después de esa inolvidable pandemia económica y social, muchos vendedores de pócimas milagrosas y de humo azul, intentaban convencernos que ellos ya lo sabían y advirtieron, ¡mentira!, nadie acertó, y los mas espabilados que pensaron en una crisis, jamás se imaginaron su inusitada potencia y profundidad.
En la presente crisis del coronavirus, y desde el seguimiento que yo he podido realizar, que lógicamente no abarca la totalidad de las opiniones y análisis efectuados, esta ocurriendo lo mismo, casi nadie pudo imaginar el brutal despertar a la que nos ha sometido el bicho. Ahora cuando el agua nos llega al cuello, hay un desmarque generalizado de sus opiniones anteriores, y los mas osados o desvergonzados llegan a presumir de haberlo anticipado, ¡mentira! Como en el 2008 tan solo escuche hace muchas semanas, al inicio de la enfermedad en el lejano oriente, a una persona, un doctor del colegio de médicos de Madrid, que se mostros duro, seco y contundente, pero con un nivel de acierto, hasta el momento, realmente sorpréndete.
Me temo, que en este drama, nadie ha acertado ni ha estado a la altura de las circunstancias, ni las autoridades, ni los científicos, ni los medios de comunicación, ni los ciudadanos. Hasta hace muy pocos días, había un exceso de confianza a todos los niveles, la maldita frase que nos ha llevado al huerto ha sido; “tenemos la mejor sanidad del mundo” se convirtió en un mantra en una panacea que iba a detener el bicho y nos eximiría de cualquier sufrimiento y de cualquier sacrificio personal y colectivo, no quisimos ver que esta sanidad pública, se había manifestado durante años, en algo que se llamo las “marchas de las batas blancas” donde los profesionales clamaban en las calles por los terribles recortes en medios, y personal que la hacían adelgazar hasta dejarla en los mismísimos huesos.
Lo peor que puede hacer nadie, sea cual sea su papel en la sociedad, es creerse sus propias mentiras, en esto nos hemos mentido todos mucho y muchos ahora lo siguen haciendo, cuando lo que toca es lo contrario.
No nos contemos mas mentiras.
No hay comentarios
Publicar un comentario