Ni Paco Lobatón, que, sin despeinarse, encontró hasta su sombra una noche mas oscura que el fondo de una mina, ni el poli mas avispado de los Mossos, serian capaces, al alimón y con muchos medios, de dar con su paradero.
Han pasado semanas, meses, y el mundo, Europa y Girona, han sucumbido a un tsunami/pandemia que nos ha puesto patas arriba todo lo establecido y además de imponernos en nuestros días un desgarrador sufrimiento directo e indirecto y nos ha enlutado a todos de por vida.
El futuro nunca ha sido tan impredecible ni preocupante, sin que exista la mas mínima posibilidad de vislumbrar por donde irán las cosas. Además de la propia salud y la de los demás, todo pende de unos misteriosos hilos que nadie sabe quien maneja o gobierna. En el aire quedan al pairo trabajos, negocios, esfuerzos de muchos años y sueños. Por si fuera poco, con la que nos esta cayendo con el puñetero bicho, hemos tenido que soportar el show de Trump y el doloroso y gestual sufrimiento de sus asesores científicos, y de otras estrellas patéticas del populismo y fanatismo de casa y fuera de ella.
O en la Casa de la República de Waterloo no hay wi-fi o al President Puigdemont en realidad toda esta historia no va de lo suyo. Entendiendo por historia, los miles de muertos y afectados, especialmente los viejecitos que en Cataluña como en otras partes han sido los que han pagado mas caro la ineficiencia y el abandono.
Un silencio muy elocuente.
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