El hábil manejo del ruido ha sido una herramienta muy eficaz como elemento de presión psicológica en interrogatorios en cualquier hemisferio y lugar del planeta. El cine nos ha mostrado a tipos muy duros y correosos que no podían soportar esta tortura y confesaban sin mas por la necesidad del silencio y la paz.
En política el ruido se utiliza de manera habitual, es un arma de trabajo para expertos, con la principal pretensión de movilizar o influir en la opinión publica. En algunos casos esa formula sirve para decantar opiniones a favor o en contra de algo o alguien y en otros casos, se convierte y se usa como un gran cortinaje pesado y opaco que evita la visión de una realidad concreta, que quiere evitarse a toda costa.
El Rey emérito acaba de inicia una campaña de ruido mediático,o lo parece, ya que le interesa, y mucho, que haya debate, controversia y jaleo político con el invento táctico de sus asesores sobre la posible regularización fiscal de un montante de dinero, ridículo e inapreciable para su patrimonio expatriado, que es el verdadero y gran problema. Mientras que se hable de esto no se hablara de lo otro que es lo relevante.
Al margen de las dudas, muy evidentes, que provocan el fondo y la forma de sus múltiples apariciones y declaraciones, la presidenta Ayuso ha tenido una activa y especial presencia desde los meses de verano hasta la fecha, queriéndose significar en la pugna con el gobierno central con la aparente escusa de la heroica defensa de su comunidad ante el presunto ataque gubernamental. En momentos determinados, la vehemencia y continuidad de esta actitud llego a ser cuestionado hasta por los medios de comunicación mas afines. El figurar siempre como la discrepante y buscar el desacuerdo con tanto afán, no era algo baladí, máxime cuando sus compañeros presidentes de su propio partido no llegaban al grado de irritabilidad que ella mostraba, ni tampoco producto de una personalidad tan compleja o acomplejada. Lo que ha pretendido siempre es hacer un clamoroso ruido, que tapara en parte la realidad que las cifras y datos ponían de manifiesto y donde el famoso “milagro” y la venta de una brillante gestión es solo un éxito de estrategia política, con la permisividad de una oposición regional inexistente y con la inestimable colaboración de un gobierno central que ha contribuido con un especial acierto en la acumulación de torpezas sin ton ni son.
Los gráficos que se pueden encontrar en muchos medios de comunicación, demuestran que la temible segunda curva en el caso de Madrid, es diferente en el tiempo y en la duración respecto al conjunto del país. Su máximo apogeo (intensidad en el colorido) se sitúa desde mediados de agosto hasta las ultimas semanas de octubre. La tendencia y tiempo de la curva en lo que al ascenso se refiere, hasta alcanzar el pico, es muy similar al resto, pero la gran diferencia es en la duración del descenso, este es mucho mas lento que la media nacional, de tal forma que el numero de contagios no baja tan rápido como hubiera sido deseable.
Por hacer una comparación mas razonable por tipológica y numero de habitantes, la comparación con Cataluña, cuya crisis de segunda ola ha sido especialmente dura, hace muy visible la diferencia en el enfriamiento de los casos diarios, eso como es de imaginar afecta también al fatídico numero de fallecimientos.
Esta menor velocidad en el descenso tiene su causa de manera directa en diferencia, muy significativa, en la diferencia, muy evidente, en el grado de dureza de las medidas tomadas por las otras comunidades autónomas respecto a Madrid que aun hoy, continúa por encima de Cataluña o Andalucía, entre otras, en la ratio de contagios/habitantes.
Que todo esto, junto con la construcción y pasmosa inauguración de esa nave-hospital, pase a un velado segundo plano, frente a las declaración sobre los “peligros” de unidad, democracia, antichavismo, etc. deja bien a las claras la sabia utilización del ruido.
Mientras crece la sordera.
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